LA PÍLDORA ROJA O CUANDO NO NOS QUEDA MÁS QUE DESPERTAR



“La mayor parte del tiempo, el mundo es para el hombre un enemigo, un problema, no una fuente gratuita de alegría, no una ocasión de gozo. Ay de nosotros..Mientras seguimos mostrándonos hostiles, el mundo aparece igualmente ininteligible, sin luz.  En este caso, en lugar de estar en él como sabios, lo habitamos como parásitos”
ELÉMIRE ZOLLA



Parte 1: antes de tomar la píldora Neo debe estar en ayunas con la muestra de orina (o cuando hay que revisar primero la máquina humana antes que el factor exógeno).


 
Dion Fortune en su libro “Ocultismo Práctico en la Vida Diaria” nos dice:
El individuo común toma de ordinario el rábano por las hojas y se sumerge aún más en sus dificultades. Es necesario tener un punto de vista y una actitud especial para la manipulación satisfactoria de las fuerzas ocultas en la vida individual. La persona que pretenda usarlas, debe estar libre de influencias emocionales y su actitud debe ser enteramente imparcial y serena, pues de otra manera arribará a una conclusión más aguda que antes. Lo importante es la actitud. Se puede llegar a esa actitud únicamente por la autodisciplina y la purificación del carácter. Una comprensión de los principios ocultos aplicados a los problemas de la vida diaria, es utilísimo como medio profiláctico que capacita para superar y evitar toda clase de disgustos. Hay una manera estratégica para cada problema de la vida: el ataque de flanco que desvía, en vez del ataque frontal que es de simple fuerza ciega; igualmente hay flujos y reflujos en la vida del hombre en los que sabiendo como obrar oportunamente, se los tendrá a favor y no en contra.
El diagnóstico debe preceder al tratamiento; porque el elemento subconsciente debe ser reconocido y tenido en cuenta, pues no es fácil ser lo suficientemente impersonal e imparcial para lograrlo cuando los propios problemas personales presionan agudamente. Sin embargo solo podemos hacer lo mejor que sepamos, y a menudo tendremos éxito con sólo ser más honestos con nosotros mismos de lo que somos cuando intentamos justificar nuestra posición ante los ojos de terceros. Asimismo, el éxito depende de nuestro poder de concentración, conservando la mente fija en una idea. Dadas estas dos cosas: un resto juicio respecto de la naturaleza del problema y la necesaria habilidad para concentrarse, puede lograrse una gran parte de lo que se intenta, aun por el que no esté entrenado.


Principios básicos

Debemos comprender que la tercera densidad o plano material, tal como lo vemos, es el resultado final de una larga cadena de procesos evolutivos que primero tuvieron lugar en los planos sutiles (séptima a cuarta densidad). Cada problema que encontramos en el plano físico tiene una especie de alma compuesta de los factores de cada uno de esos niveles de manifestación. Es muy importante que comprendamos esto, pues cada problema es compuesto y tenemos que determinar la proporción relativa de los diferentes factores que lo integran y discernir según sea el nivel en el cual la perturbación tiene sus raíces o núcleo. Es inútil tratar el problema por ejemplo, por medio de un exorcismo astral, si su raíz yace en algún factor espiritual oculto profundamente en el alma.  Resumiendo, cada problema es cuádruple: espiritual, mental, etérico-astral y físico.
Una hipótesis mucho más simple y comprensiva explica que estas cosas son debidas a la percepción directa de estados emocionales por el correspondiente factor en nuestra conciencia que reacciona hacia ella. Obsérvese como la persona deprimida deprime a los demás, como irrita el furibundo y cómo la actitud del tímido pareciera invitar a que se lo moleste. Es que somos influenciados mucho más de lo que creemos por el estado mental de los que nos rodean. La persona inarmónica levanta resistencia a su paso, lo cual hace que su vida sea penosa y pesada. Una actitud amable y equilibrada es un lubricante efectivo que, reduciendo fricciones, aumenta el poder. Si la atmósfera nos es adversa, necesitaremos una definida armadura mental para protegernos de sus influencias. Procederemos más sabiamente si nos contentamos, para empezar, con el control del mundo interno. En todo caso, no podemos ejercer mucha influencia en nuestro medio ambiente hasta que él haya cesado de influenciarnos. Si nos hallamos en un ambiente de disgusto o descontento, podemos poner manos a la obra y formar un centro de serenidad e inmutabilidad en nuestra vecindad inmediata. Esto lo hacemos actuando de adentro hacia afuera y controlando nuestras reacciones hacia ese medio inarmónico. Tan pronto como la atmósfera mental cesa de afectarnos, comenzamos nosotros a ejercer influencia sobre ella. La estabilizada atmósfera interior desborda y el círculo de armonía se ensancha como las hondas de un lago.
Si queremos aprovechar lo que nos brinda la Sabiduría Antigua debemos comprender dos cosas:
1-    Las condiciones mentales y emocionales tienen poder para afectarnos sin acciones físicas evidentes.
2-    No debemos permitirnos reaccionar a estas influencias de modo tal que nos hagan galopar como potros salvajes, sino hacerles tascar el freno, dominándolas. Percibir una influencia no significa que sea necesario reaccionar ante ella. Hay una manera de contrarrestar cualquier influencia, y es esto lo que nos puede enseñar el conocimiento oculto. Aquí Gurdjieff nos diría “Dios está antes”


El control del medio ambiente
La meditación debe proceder a toda acción o decisión y, por raro que parezca, debe ser efectuada no sobre el objeto del problema a resolver, sino más bien sobre el desarrollo espiritual, sobre la dedicación inegoísta al más elevado ideal concebible, y sobre una formulación clara y concreta de este ideal mismo. Seguidamente, debemos elevarnos más aún en nuestra aspiración y meditar sobre la emanación ilimitada de vida espiritual de la cual surgen nuestras vidas individuales, y repetimos una y otra vez, como un mamtram: “PODER ILIMITADO, ARMONÍA ABSOLUTA, ETERNA DURACIÓN”, imaginándonos al Absoluto como una radiación blanca volcándose sobre nosotros en nuestras adyacencias. Debemos vivir nuestras vidas y realizar nuestras tareas con el acompañamiento mental  de este estribillo durante días íntegros, hasta que percibamos que está comenzando a apoderarse de nosotros, que tiene vida propia y empieza a repetirse automáticamente como si fuera una melodía o acorde existente en nuestra cabeza. Cuando esto suceda y nos demos cuenta de que el mamtram se está repitiendo automáticamente, sabremos que ha descendido a la subconciencia  y de nuevo está reapareciendo a la superficie. Entonces ya estaremos en situación de llevar a cabo una tarea mental práctica, porque hemos tomado contacto subconciente con el infinito, y antes de que planeemos o efectuemos cualquier tarea mental, debemos ser concientes de un cambio interno, un sentimiento de expansión de vida, de poder y libertad mediante la obtención de ese contacto.
Pero antes debemos preguntarnos que debilidad en nuestra naturaleza nos ha conducido al estado que estamos sufriendo, y veremos que, en el fondo, encontraremos falta de juicio, de paciencia, de coraje, de previsión, de energía, y muchas otras plagas que pervierten la buena fruta.
Observando retrospectivamente nuestra vida, veremos que hay muchas cosas que hubiéramos hecho de modo diferente si hubiésemos sido más sabios y fuertes. En este estado del proceso no podemos permitirnos hacer responsable  a nada ni a nadie, ni tampoco a ninguna circunstancia; si alguien: si ese alguien se comportó mal con nosotros no debemos pensar ni decir que esa persona tuvo toda la culpa y nosotros fuimos inocentes, sino pensar y comprender que los únicos culpables fuimos nosotros mismos por haber confiado en esa persona, o haber sido tan débiles como para no haberla resistido.
Habiendo diagnosticado nuestra propia debilidad, la siguiente tarea consiste en meditar sobre las cualidades compensadoras. Es bastante fácil hallar las cualidades opuestas que compensen un defecto o superávit, pero a muchos les será difícil comprender como se puede compensar la falta de sabiduría o discernimiento. Sin embargo, si meditamos sobre la humildad, sobre la honestidad para con nosotros mismos y acerca de un enfrentamiento valiente con los hechos desagradables, hallaremos que la sabiduría y el discernimiento no deberán buscarse muy lejos de los asuntos prácticos de la vida.
Nuestra próxima tarea sería aceptar las condiciones en que nos hallamos como resultado de nuestro karma y dejar de sentirnos resentidos con ellas y de tenernos lástima, porque estas condiciones nos son imprescindibles para aprender las lecciones de desarrollo espiritual; de ahí que debamos aceptarlas como justas y tratar de asimilar las enseñanzas que ellas tienen que señalarnos en el sendero de la experiencia y desenvolvimiento espiritual. Es este un paso muy importante, y una vez que lo hayamos logrado, anulando la autopiedad y resentimiento para con el destino, habremos roto los lazos kármicos que nos une a nuestra condición actual. No podemos suponer que escaparemos a nuestra condición, a menos que, por medio de la comprensión, rompamos los lazos kármicos que nos unen a ella, y aprendamos sus lecciones. Quien quiera intentar resolver sus problemas reduciéndolos a términos de primordiales principios espirituales se encuentra sobre la ruta exacta y se pondrá en armonía con “Los Señores del Karma”, de modo que Ellos cooperaran con él; y cuando esto suceda, los problemas se aclararán en una forma realmente sorprendente.
Tomemos la firme resolución de alcanzar un grado tal de autocontrol y de disciplina mental que seamos capaces de prevenir completamente cualquier reacción emocional hacia esas condiciones o estadíos, porque éste es el paso preliminar esencial para asumir el control interior. A estos fines debemos elevarnos por encima de la irritabilidad por medio de la meditación, la compasión y la serenidad; asimismo debemos ascender por encima del temor y la nerviosidad, controlando rígidamente nuestra imaginación, ya que el temor es íntegramente un producto de ésta (no sentimos miedo de las cosas que estamos efectivamente sufriendo en el presente inmediato), pues cuando recordamos lo mucho que hemos sufrido debido a nuestro temor por hechos que nunca sucedieron, y cómo nuestro más recio sufrimiento ha provenido de acontecimientos que no anticipamos y de los cuáles no sentimos temor, veremos que, aunque el temor tiene su importancia como mecanismo de alarma, puede ir más allá de sus límites convenientes y convertirse en un engorro intolerable, al igual que cualquier otro hábito inadecuado, razón por la que el temor, como tal, debe ser vencido. Por ello debemos disciplinar nuestra imaginación a fin de que no se detenga ante las cosas que nos causan reacciones de temor, sino que, por el contrario, debemos visualizar un cuadro feliz de la terminación de nuestras aflicciones y vernos anclando dichosos en el puerto de nuestros sanos deseos. La fe de los que nos acompañan o rodean crea en nosotros una autoconfianza tan ciertamente como que su desconfianza nos desalienta, un circuito de acción se establece entonces que, tal como el popularmente llamado “círculo vicioso”, aumenta en fuerza mientras se extiende. De ahí que sea tan exacta la frase “nada tiene tanto éxito como el éxito mismo”.

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